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La momia de Lady Dai una fiel taoísta de hace 2200 años

En la fascinante tumba de Mawangdui, en la provincia de Hunan, China, donde las sombras del tiempo danzan por permanecer en lo que para la búsqueda mediante la alquimia interna en el taoísmo ha sido uno de sus principales anhelos, la longevidad y la vida eterna, emerge la figura enigmática de Lady Dai, también conocida como Xin Zhui. Este personaje histórico cobra vida a través de los misteriosos vestigios de su tumba, una joya arqueológica que data de la dinastía Han. Hace unos 2200 años.



El Descubrimiento en Mawangdui: Un Vínculo con el Pasado


Fue en el año 1973 cuando un importante hallazgo arqueológico reveló un tesoro sin igual. Entre los artefactos yacen manuscritos que revelan no solo los secretos de la medicina antigua y la filosofía, sino también un legado espiritual que conecta directamente con el corazón del taoísmo.


Se descubrieron tres tumbas de la época de los Han Occidentales (c. 190-168 a. C.) y que contenían las momias del marqués de Dai (軼侯), de su esposa (Momia Lady Dai) y de su hijo. La de la marquesa Xin Zhui, según los expertos podría tratarse de la momia mejor conservada del mundo, ya que la técnicas de conservación de las antiguas dinastías de China, se igualan o mejoran levemente a las utilizadas por los egipcios en los procesos de momificación que sobrevivió a su familia, se encuentra en un excelente estado de conservación. Fallecida entre 168 y 145 a. C., reposaba en la tumba n.º 1 en una cámara funeraria de madera, envuelta en 20 capas de tejido fijadas por nueve cinturones, colocada en cuatro féretros encajados y rodeados de compartimentos para el mobiliario funerario.


Cubiertas por entre 16 y 20 metros de tierra compacta, las tumbas estaban rodeadas de capas de carbón y arcilla blanca que mantuvieron un grado de humedad constante, asegurando una preservación sorprendente en tan largo espacio de tiempo de objetos de madera lacada (estuches de aseo con trípode, jarrones, cucharas, paletas, copas y vasos, jarras, bandejas, abanicos) y de piezas de seda. Entre estas últimas, vestidos, una banda funeraria pintada y numerosos rollos manuscritos (boshu 帛書) relacionados en su mayor parte con la corriente taoísta, entre ellos los más antiguos documentos conocidos sobre medicina china así como Daodejing (dos ejemplares) y el IChing. También había provisiones, hierbas medicinales, instrumentos musicales (cítara, órgano de 22 tubos, cornamusas), 162 figurillas de madera y maquetas funerarias.




La Seda que Guarda Antiguos Susurros del Tao Te Ching


Entre los tesoros desenterrados, un delicado manuscrito en seda captura la esencia misma del Tao Te Ching, atribuido a Laozi, un pilar del taoísmo. Este tesoro literario, resguardado en la tumba de Lady Dai, se erige como uno de los ejemplares más antiguos de esta obra fundamental, añadiendo capas de profundidad a la comprensión de la filosofía taoísta.

En estos momentos los erudítos siguen estudiando la traducción de estos textos, ya que al no indicar una clara pronunciación dan lugar a una interpretación con distintos matices de otros textos del Tao Te Ching hallados posteriormente.


A través de sus páginas en seda, el Tao Te Ching de Lady Dai revela matices únicos, ligeras variaciones que han perdurado durante más de dos milenios. Cada carácter, cuidadosamente trazado, nos transporta a un mundo donde las enseñanzas del taoísmo toman forma, ofreciendo una ventana al pensamiento y la espiritualidad del Tao.


El Qi Gong de Lady Dai: Sanación a Través del Movimiento y la Energía


Más que una marquesa de la antigüedad, Lady Dai se convierte en un símbolo viviente de una práctica espiritual profunda y atemporal. Junto a los secretos del Tao Te Ching y el I Ching, su tumba revela que Lady Dai no solo entendía la esencia filosófica, sino que también abrazaba el Qi Gong como fuente de salud y bienestar. El Qi Gong, parte integral de la medicina tradicional china, se convierte así en el hilo que entrelaza su legado, añadiendo una dimensión adicional a su conexión con la antigua sabiduría china.


Así, en la tranquila serenidad de Mawangdui, Lady Dai perdura como una taoísta de hace 2200 años, su legado tejido en la misma esencia del Tao y en los movimientos fluidos del Qi Gong que resonaron a lo largo de los siglos.









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Membro desconhecido
09 de fev.
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Me encantan este tipo de historias

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